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Sobre la delimitación entre la libertad y la moral: un problema aparentemente no resuelto en el libertarismo.

Por Libertaire Limeño - Republicano Liberal

Publicado: 2017-07-03


Hace dos días se manifestó la divulgadora liberal Vanesa Vallejo en un artículo que rescataba la defensa de un necesario acercamiento entre libertarians y conservadores, con el fin de proteger aspectos esenciales de la ética occidental, así como emitió una crítica o sanción moral a los sectores libertarians de carácter progresista que abogan por el “nihilismo ético”, el hippiesmo, el colectivismo LGTB, el paroxismo hedonista o los multiculturalismos, citando a su vez intelectuales como Hans Hermann Hoppe o Murray Rothbard sobre la defensa de valores morales y culturales correctos en la modernidad. Asimismo ha abordado el tema de la familia e incluso sobre la cuestión de la prostitución, lo que le ha valido una serie de críticas positivas como negativas, resaltando un interés colectivo acerca de cómo debe proceder un libertario en temas o cuestiones morales, tanto generales como coyunturales, y si un libertario debe o no ser moralmente conservador. Más aún, la duda que deja en razonamiento para posteriores concepciones futuras, es que si la moral puede resultar ser objetiva o subjetiva, es decir, si el ser humano puede fundamentar unos patrones de ética teóricamente o la ética solo depende de las subjetividades de las personas en cada situación, sin necesidad de una brújula de valores o procederes morales.

El artículo, aquí:  ¿Cuál es la relación entre conservadurismo y libertarismo? 

El axioma de esta crítica se sustenta aparentemente en que actualmente, y por cuestiones de la cultura progresista en ascenso, el progresismo mediante la defensa de las minorías, como la mujer, los homosexuales, los transgéneros, los negros o razas indígenas, entre otros grupos, tanto de forma legal como ética, ha captado en la intelectualidad una visión distinta de la ética individual (o colectiva). Sin embargo vale identificar cada hecho en precisión para comprender los aspectos morales a los que hoy nos enfrentamos y que son los que definen el rumbo ético de generaciones posteriores.

Sobre la perspectiva ética:

La ética, en principio, es un sistema de la filosofía que organiza, identifica e integra los valores o patrones morales que todo hombre debe de tener, de manera deseable, para su supervivencia y su relación social. La ética precisamente define los conceptos o parámetros que suponen ser guías de conducta del hombre, con el fin de resolver sus conflictos tanto internos o personales, es decir, sus conflictos conscientes, como los conflictos con las demás personas. Una serie de valores morales ayuda al hombre a definir en cada contexto cómo debe proceder sobre temas acuciantes como la vida, la libertad, la propiedad, la búsqueda de la felicidad, la integridad, la salud mental y salud física, la independencia, el razonar o no, etc, de acuerdo al juicio crítico del hombre, y actuar en consecuencia, entendiendo de manera plena e integrada un contexto dado.

En cuanto a la ética existen diversas interpretaciones sobre ella pero tienen un patrón general objetivo acerca de ella, así como su proceder. Usualmente cuando hablamos de ética hablamos de ser una persona sana, una persona moral o con juicio crítico sobre su vida y su relación con los demás. Y para ello las preguntas de la filosofía moral siempre fueron ¿nos debemos basar en los principios (deontologismo) o en las consecuencias (consecuencialismo)? Desde ese momento, han surgido filosofías morales como la filosofía categórica de Inmmanuel Kant que respondió hacia una vía de los principios universales. Por otro lado tenemos a la filosofía utilitarista que se basa en que nuestros actos morales tienen consecuencias y debemos entender tales consecuencias, así como si es útil o no al hombre. Otras filosofías como la egoísta se centran en el individualismo, la altruista en el colectivismo, entre otros. La versión más moderna de la filosofía como la Objetivista de Ayn Rand define que incluso no hay choque entre el deontologismo y el consecuencialismo sino integra ambas: un valor moral posee tanto principios como consecuencias previsibles sobre los fines de cada principio.

Ahora bien, las perspectivas acerca de la moral y la política tienen distintas interpretaciones, algunas objetivas y otras arbitrarias. Pero pese a que la moral suele ser distinta, dependiendo del grupo social, comunidad, corriente intelectual, persona, etc, uno de los fines más importantes de la ética es la libertad. La libertad se expresa no meramente en el ámbito ético sino el político: es una libertad tanto ética como política.

Sobre la perspectiva política

Por otro lado, la política, que vendría a ser todo lo relativo estrictamente a las relaciones sociales del hombre basados en un orden superior jurídico o legal, define las libertades, responsabilidades y limitaciones del hombre en sociedad acerca de sus actos, bajo pena o castigo coercitivo al incumplimiento de tales ordenamientos jurídicos que se forman previamente mediante las instituciones. La política, sea mediante el gobierno, las leyes o incluso las normas consuetudinarias, tiene como basamento estricto la ética: sin patrones morales o fundamentos morales, los conflictos entre los hombres en el ámbito político no podrían ser jamás resueltos, viviendo de esa manera en constante estado de guerra.

En el aspecto político, lo liberales en general, tanto las corrientes llamadas “libertarias” (anarcocapitalismo, libertarismo minarquista, liberal-libertarismo) como las corrientes llamadas “liberales clásicas” (liberalismo republicano, liberalismo neoclásico, austríaco, objetivista, etc) poseen ciertos patrones comunes acerca de lo que llamamos “derechos” y “libertades”: un derecho para un liberal se defiende desde las máximas de vida, libertad, propiedad y búsqueda de la felicidad, en concordancia y bajo el espíritu de los Padres Fundadores de los Estados Unidos, que definieron estas máximas como guías morales para la política consecuente, y la coexistencia pacífica social. Claramente, la visión de derechos y libertades no son llevadas a cabo de la misma manera, bajo nuestra anterior diferenciación sobre corrientes de política liberal: suelen los libertarios llegar al hecho de que los derechos no necesariamente deben partir desde el gobierno o Estado, sino que también pueden emanar desde la misma ley o jurídica privada (derecho privado), basados en un orden de mercado que provea tales servicios (árbitros), o simplemente que las leyes de gobierno no deben ser arbitrarias con los derechos del hombre reprimiéndole en controles, sanciones o incluso ingresando en la vida privada misma. Los liberales clásicos defendemos este último, basados en el Principio de No Agresión: el gobierno no debe iniciar la fuerza contra sus ciudadanos y las libertades de los mismos, solo debe actuar para resolver los conflictos entre las partes involucradas. Los libertarios por su parte también reivindican el PNA. Por otro lado, la versión más radical al respecto de la ley yace en los libertarians anarquistas o libertarios anarcocapitalistas: su visión de la libertad es ausente de todo orden jurídico estatal o gubernamental, deseando en lo posible acabar con el gobierno, sosteniendo una sociedad de propiedad privada pura que resuelva mediante leyes privadas los conflictos.

La pregunta es ¿por qué la necesidad de entrar en detalle acerca de los conceptos ideológicos de los liberales? Precisamente por el hecho de que hay dos macro visiones de la libertad liberal: la liberal clásica y la libertarian. Usualmente se confunden entre ambas pero son muy coherentes respecto a sus diferencias, que parten por una visión distinta del ordenamiento jurídico pero por una visión similar acerca de la libertad individual que los integra de manera absoluta: El Principio de No Agresión y los cuatro derechos fundamentales anteriormente expuestos. Sin embargo existe un problema presente sobre una de las teorías políticas indicadas: el anarcocapitalismo. Este tema lo trataré después acerca de las categorías libertarias.

El problema siguiente radica en que no vivimos en un mundo de gente que piensa como liberales, pues si fuese así el mundo sería como una gran bóveda comunista donde todos seríamos iguales en forma, pensamiento y fines, lo cual deshumanizaría al hombre, sumidos en la ignorancia, la inacción, la ausencia de incentivo y la autodestrucción final: el hombre es diverso en su naturaleza y en pensamiento, y su fin evolutivo es el aferrarse a la vida, buscando el beneplácito de la misma (felicidad). Ser diverso implica concebir de manera personal las ideas de forma enriquecedora. Pero también ser diverso bajo un erróneo sendero ético y epistemológico conlleva al hombre a su propia destrucción. Existen posturas diversas acerca de la política así como de la ética que se manejan de manera distinta al liberal.

Acerca de las libertades: la verdadera y la falsa.

Por ahora solo indicaré los dos aspectos de libertad esencial que Isaiah Berlin describió en sus “dos conceptos sobre la libertad”. Y definiré cuál es la errónea que los pensadores no comprendieron y quiénes son los que defienden el tipo erróneo de libertad.

La primera se trata acerca de la “libertad negativa”, es decir, es aquella libertad donde el hombre puede actuar como le plazca, bajo sus propósitos personales, siempre que no coarte las libertades de otros. Este tipo de libertad es una ausencia de coacción externa, y como sabemos, la ley solo limita los actos libres de aquellos que desean acabar con las libertades de otros. En esencia, tales libertades negativas se presentan como derecho a la vida, derecho a la libertad, a la propiedad y la búsqueda de la felicidad, teniendo más corolarios que se extienden en base a estos cuatro fundamentales. Los “liberales clásicos” y “libertarians” defienden este aspecto.

Por su parte, en oposición, se encuentra la “libertad positiva”, es decir, es aquella libertad donde el hombre puede actuar de manera ilimitada para cumplir su propia realización personal o llevar a cabo sus fines últimos o propósitos, incluso a costa de las libertades negativas de otros individuos o una colectividad entera. En este tipo de libertad no existe un impedimento a las acciones o voluntades. Los progresistas y socialistas son los que practican este tipo de “libertad”, sin embargo son los progresistas los que buscan con vehemencia este fin supuestamente “liberal”.

Entonces cabe la crítica ¿por qué una “libertad positiva” no es libertad? Precisamente porque trasgrede el sentido de libertad humana, que es vivir sin ser coaccionado injusta o arbitrariamente, procediendo en contra de los propósitos humanos. El ser humano es un ser de vida privada, de actos privados, que excluye e incluye si así lo desea, en soledad o en comunidad, y piensa de manera autónoma, regido por sus juicios epistemológicos y morales, en relación con la sociedad. Una ley que le prohíba ejercer sus derechos solo puede socavar en última instancia la vida del hombre mismo

El motor del progresismo moderno y finalidad: igualdad frente a libertad.

¿por qué los progresistas entonces se empeñan en defender este tipo de “libertad”? Las dos respuestas a ello las concreto en dos posibilidades sinérgicas, pero que tienen un estándar perfecto definible que las inicia: la igualdad.

a) La primera es el sentido de igualdad material: el progresista (o socialista) busca mediante la ley, es decir, el uso de la coerción, llevar a cabo “libertades positivas” para un grupo o sector que usualmente considera “oprimido” o una “minoría excluida, sin derechos”, concediéndoles “derechos materiales”. Estos corresponden a todos aquellos que, por vicisitudes sociales, están en condiciones de pobreza, poseen pocos recursos, o simplemente no pueden satisfacer todas sus necesidades materiales. Sin embargo la ley no tiene como fin, o no debería tener como fin brindar “derechos materiales”, por un simple concepto: para el cumplimiento de un derecho material necesita asimismo mediante impuestos o restricciones sociales hacer posible que la riqueza de una persona se vea mermada o incluso tomada a costa de los “desvaforecidos” que necesitan tales “derechos”, derechos que son defendidos por el progresismo. Es decir, acabar con las libertades negativas del hombre.

b) La segunda es el sentido de igualdad espiritual: también comprendido como “derechos sociales”. De la misma manera que el anterior, el progresista busca mediante la ley llevar a cabo “libertades positivas” para un grupo o sector que usualmente está “excluido” o “discriminado”. Estos corresponden a todas aquellas personas que, por relaciones sociales de jerarquía, exclusión e inclusión, resultan no integrarse a la sociedad. Sin embargo, la ley no tiene como fin o no debería brindar “derechos sociales” a grupos minoritarios, sean mujeres, homosexuales, grupos raciales, etc, por la pura presunción de sentirse “excluidos”, lo que llamaríamos “minorías”.

Si bien es cierto que existen patrones de exclusión social ético, porque la exclusión es una naturalidad en el ser humano, no tiene sustento en los aspectos políticos: el ser humano, ante la ley es libre electivamente de alcanzar sus propósitos y de ejercerlos mediante el convencimiento y la relación interpersonal, mediante el acuerdo, mediante las relaciones libres, bajo sus cuatro derechos anteriormente definidos. Si un grupo, verbi gratia, como las mujeres, piensan que se sienten impedidas de ejercer sus libertades por el machismo, usualmente se busca convencer, exponer, criticar, fundamentar, conciliar, combatir o incluso excluir a todo aquel que sea machista. Lo mismo en el caso de hombres frente a hembristas. La superación ética consiste en resolver no solo los problemas personales sino los problemas en sociedad y las diferencias que se tiene en sociedad, mediante la libre expresión. Hoy se podría decir que muchas “libertades negativas” están alcanzadas en forma general, excepto las que se le prohíbe mediante la intervención arbitraria del Estado o gobierno. Ejemplos de excepciones en el tema social son el derecho al aborto, al matrimonio homosexual o el derecho al uso de drogas, que en estos tres casos particulares la ley o se opone (leyes que penalizan el aborto y la compra o venta de drogas) o es ausente para resolver tales conflictos (como el problema de no haber legalidad para los matrimonios homosexuales). En los casos de libertad económica, está aún la regulación o intromisión del Estado, así como la planificación central que es parte de los males de la civilización, que trasgreden “libertades negativas”.

Y es por esa razón que la igualdad se opone a la libertad: es un férreo opositor a la libertad humana. Y por esa razón para conseguir la igualdad de manera aparentemente legítima, se usa la ley, que brinde “libertades positivas” a los hombres, tanto materiales como espirituales, por la causa de las minorías, en detrimento de toda una sociedad, que solo pueden generar una vorágine de trasgresión a la “libertad negativa” de cada uno de nosotros. La postura mainstream acerca de la compatibilidad o correspondencia de las “libertades negativas” y “libertades positivas” sostiene que son complementarias, sin embargo nunca lo serán porque solo hay una elección: o efectuar las primeras o las segundas, nunca las dos al mismo tiempo (principio de no contradicción). En el caso grave, las “libertades positivas” copiosas puede llevarnos al comunismo, ese que ahí donde la igualdad se puso en manifiesto como una virtud pero terminó por destruir la vida, libertad, propiedad y búsqueda de la felicidad de los hombres, siendo los hombres esclavos de un sector o grupo tirano.

Los progresistas hoy en día buscan la “igualdad”, la “libertad positiva” y dicen defender a las minorías, socavando la minoría más importante del planeta: el individuo. Sus fines no tienen ni tendrán justificación, y es por eso que tanto liberales como libertarios se oponen a ellos. En estos incluyen feministas modernas, colectivos LGTBI, grupos raciales como “black live matters”, etc, sin incluir a los colectivos clásicos como los movimientos sindicalistas (todos ellos buscan la igualdad y no la libertad, buscan la falsa libertad o llamada “libertad positiva” mediante “derechos materiales”, que conlleva a una tiranía de leyes).

El problema del conservadurismo: una vía contraria a la libertad

Habiendo explicado los conceptos de “ética”, “política” y “libertades”, además de la distinción entre un “liberal” y un “progresista” (este último una vía moderna y reiventada del socialismo clásico y marxista), existe un tercer grupo que no está incluido ¿por qué? Básicamente porque son contrarios a las libertades, igual que los progresistas, explícitamente enalteciendo el control, la autoridad y el poder de las masas o del líder. Y si bien es cierto pueden tener patrones morales definidos, sus patrones morales son adversos a la naturaleza humana ¿a quién me refiero? A los conservadores.

¿Qué son los conservadores? Son las personas o grupo de personas que integran un fin común que se basa en ciertos cánones éticos y políticos similares. Ellos pretenden sostener el viejo orden, las viejas ideas, el poder y la autoridad por encima de la voluntad libre, la exclusión radical en vez de la inclusión o la relación social espontánea, la supremacía de unos sobre otros. Un conservador se opone a los cambios políticos saludables, a las libertades personales y a los cambios en sí, dependiendo de la intensidad de valores del conservador. Los conservadores son la ventana ideológica de las más grandes ideologías tiránicas de la historia: el fascismo y su cría totalitaria, el nazismo.

Los conservadores suelen ser de dos tipos:

a) El primero es el conservador ético: es aquel que sigue, usualmente, una moralidad mística basada en el credo o la veneración a Dios, a lo sobrenatural o a lo intrínseco. Es aquel que busca imponer su ética a los demás por medio de la autoridad, nunca de las razones, y usualmente su ética se forma no por la lógica o la razón sino por la fe. La fe es opuesta a la razón: es la ausencia de pensamiento crítico. Bajo fe un conservador puede aceptar un valor como dado, sea que provenga de un libro profético o una autoridad máxima. Sus motivaciones no corresponden a lo razonable sino a lo impositivo, y llegan en algunos casos incluso a la amenaza de la fuerza para alcanzar sus objetivos morales. El conservador puede también no imponerse, pero sí cerrarse a las razones, basados en su pensamiento fideista o en principios que toma por dados y absolutos, en una intransigencia anti-ilustrada.

b) El segundo es el conservador político: es aquel que mediante una moralidad conservadora, impone su moral hacia la sociedad, mediante el sistema jurídico presente y vigente. El conservador político impondrá sus credos o patrones éticos cerrados a los demás, por medio de la coerción.

El conservador se caracteriza históricamente por oponerse a la libertad. Los ejemplos históricos desde el siglo XIX hacia atrás nos demuestra que un conservador es reacio al cambio: en Gran Bretaña fueron opositores los tory (conservadores) con los whig (liberales); en Europa Continental los liberales representaron a la defensa de la República, la Democracia y los libres derechos, los conservadores en cambio al viejo orden o Antiguo Régimen de los monarcas en base a las élites de poder tirano, tanto nobleza como clero; en Latinoamérica los conservadores representaron a la defensa del estilo monárquico o defendían a los realistas españoles y portugueses, los liberales a la República y la participación colectiva, así como a las libertades individuales universales. En USA el fenómeno era más difuso: tanto los federalistas, los whig americanos, los republicanos-demócratas y los republicanos tenían tendencia liberal, siendo conservadores unos hacia otros de manera muy leve y poseyendo exponentes éticamente conservadores.

Máxime en esencia el conservador fue un contrincante político del liberal, su enemigo en batalla por las ideas, la moral y el gobierno.

En el siglo XX la visión conservadora fue cambiando en Estados Unidos: el Partido Republicano, que competía con el Partido Demócrata, fue el que tomó el carácter conservador, mientras que el demócrata empezó a tomar la imagen de “progresista”, primero con Woodrow Wilson y luego con mayor identidad desde tiempos de Franklin Delano Roosevelt, llamándose a sí mismos “liberals” (defensores de la “libertad positiva” y la igualdad), haciéndose la diferencia más amplia. El enemigo nuevo en Estados Unidos luego de la Segunda Guerra Mundial para los conservadores fue el Comunismo (tiranía y totalitarismo).

Aún cuando el conservador puede ser conservador en lo ético y también en lo político, o la primera separada de la segunda, aunque no la segunda separada de la primera, suele ser en las consecuencias últimas un referente de rechazo a la libertad tanto ética (libertad de juicio, de sexualidad, de crítica, de razonamiento crítico, de relaciones sociales) como política (libertad colectiva como lo republicano, democrático o incluso la formación de órdenes legales basados en la libertad mediante la limitación del poder político estatal).

El problema interno libertario: delimitaciones e identidad en conflicto.

1) La meta política:

Los libertarios como una formación político-ideológica siempre han defendido la libertad pero a su vez han tenido los graves problemas de definir la base colectiva o política acerca de esta libertad, es decir, qué fundamentos deben haber como infraestructura jurídica para sostener las libertades, y el quid de quién debe mantenerlas, si el gobierno o el privado. Bien describí anteriormente, los libertarios o libertarians (que proceden desde Murray Rothbard en adelante como el “movimiento libertario” en los 70’s, aunque los libertarios llaman a los anarquistas clásicos americanos como libertarios pero esa es una imprecisión, dado que el “libertarían” stricto sensu es pro economía libre y laissez faire capitalista, un fenómeno moderno del siglo XX) poseen dos visiones en general: la minarquista como los liberal-libertarios o libertarios republicanos, y la anarquista, como los anarcocapitalistas. Ambos colocan sus posturas de manera sustentada sobre donde debe partir la ley, si del Estado o en el mercado. A diferencia del liberal clásico, que sostiene que la libertad individual se sustenta en la Constitución y en el gobierno democrático o republicano, el libertario es escéptico o incluso crítico y negacionista al gobierno o Estado. Ergo el libertario en consecuencia es una visión escéptica del poder político (lo que llamaría “escepticismo libertario teórico”). Por esa razón un libertario suele ubicarse entre estas dos posturas, tanto minarquista como anarquista. Hay sectores de libertarios que sostienen que un libertario es por consecuencia lógica un anarquista, sin embargo eso no es correcto. Lo que es cierto es que el libertario rechaza con mayor frecuencia las leyes de gobierno, adscribiéndose a una postura de ley privada.

Tal dualidad entre minarquismo y anarquismo conlleva a formular la siguiente pregunta ¿es posible la idea del anarcocapitalismo? Aún no existiendo una demostración empírica de si praxeológicamente sea posible o no implantar el anarcocapitalismo, mi razonamiento crítico determina que, en base a la naturaleza humana gregaria, la necesidad de relación social y los fundamentos de la ley que no necesariamente deben ser puramente privadas, sino públicas o colectivas, así como la necesidad de un agente o sistema que sostenga las libertades individuales del hombre a nivel general, que a su vez exista como sine qua non la limitación del poder de este agente, mi respuesta es que el anarcocapitalismo es solamente una utopía. Por otro lado el mismo concepto de anarquía es, desde nuestros fundamentos morales, un afrenta a nuestra concepción de vida social (capitalismo en la modernidad), siendo el anarcocapitalismo un mero contradictio in terminis.

Entonces ¿puede el anarcocapitalismo defender la libertad negativa? Sí, pero a costa de conflictos mayores que dispongan de socavar el orden social electivo y la naturaleza humana electiva. Es la libertad negativa basada en fines irracionales sobre la jurídica y su función (justicia).

2) la meta ética:

A veces, en el problema de delimitación de conceptos y usos de los mismos, el libertario suele definirse como “libertarian progresista” o “libertarian conservador”. Y básicamente esto sucede porque, en teoría política y basado en el contexto americano, un “libertarian” es una tercera posición frente al “conservative” y el “progressist”. Recordando que el término “libertario” moderno proviene del “libertarian” americano, haciendo a un lado las posturas libertarias clásicas, colectivistas, individualistas y europeas (incluido los left-libertarians, corrientes de libertarismo izquierdista en Estados Unidos), su uso hispanoamericano proviene de ese país donde las ideas “libertarias” han florecido.

En Estados Unidos un “conservative” es un conservador moral y político, y un “progressist” un liberal positivista ético y político (basado en nuestra descripción de “libertad positiva”). Por esa razón se suele entrar en confusión acerca de la ética libertaria cuando un libertario se define como “progresista” o “conservador” sin antes entender las bases epistemológicas, éticas y políticas de tales conceptos, tanto para que el libertario suela, en sentido político, seguir siendo libertario, pero en sentido moral, ser progresista o ser conservador, en sus propios términos.

Aquí es donde entra la grave delimitación de conceptos y el entendimiento, que lleva a equívocos epistemológicos, precisamente porque un “libertarían” que sea coherente con sus principios de libertad no puede o no debe identificarse como un “conservador” (represor de la ética individual y las libertades políticas, como bien definí antes) o un “progresista” (el individuo que persigue una ética individual de carácter igualitarista, en base a nuestros conceptos de “libertad positiva” e “igualdad” definidos anteriormente).

Una versión ética propiamente libertaria (que integra ética y política) proviene de Murray Rothbard, en su libro “La ética de la libertad”. Para este pensador, la ética provenía de la razón recta tomista, y a diferencia del tomismo, es ausente de fe, basándose en la libertad y la propiedad (derechos naturales, Hugo Grocio). Si bien es cierto que Murray Rothbard confiere una serie de pautas éticas para la resolución de conflictos, reduce la resolución misma al sentido de propiedad, sin entrar en detalle de los aspectos morales más complejos del hombre. Por décadas intelectuales que le siguieron basados en la llamada “ética rothbardiana” o “ética propietarista” , como Hans Hermann Hoppe, han tratado de mejorar la propuesta de Rothbard, pero no solucionaron las implicaciones morales del hombre como individuo y en sociedad, limitándose a sus convicciones anarquistas, y limitando la libertad solamente en el procedimiento puro del Principio de No Agresión.

3) ¿por qué sucede en última instancia este problema de delimitación e identificación ética del libertarian?

Precisamente porque el libertarismo reduce la ética a los aspectos políticos, sin comprender que antes de los fundamentos políticos están los éticos en relación.

Una macro teoría de los fundamentos políticos, comprendiendo la naturaleza humana, origina que el hombre pueda posteriormente delimitar e identificar sus acciones éticas y políticas.

Por el preciso hecho que los libertarios suelen desconectarse de la moralidad necesaria u objetiva, o la generalidad ética, y solo sostienen que el Principio de No Agresión es axiomático y que "todo vale" éticamente siempre que no trasgreda el PNA, termina mostrando al libertarismo como una ideología arbitraria e incoherente.

4) Paradoja libertaria (libertarian paradox): conclusiones.

Un libertario podría realizar la siguiente pregunta, en base a este ensayo “¿por qué existen tantas variaciones de la filosofía libertaria sobre la ética y sobre la libertad? Si básicamente el Principio de No Agresión rechaza el inicio de la fuerza ¿qué fundamentos éticos deben existir para justificar la fuerza y el NAP como resolución de conflictos? ¿qué fundamentos éticos anteriores al PNA debemos concebir como necesarios u objetivos para tratar no solo de llevar a cabo un PNA coherente sino además una vida persona moralmente saludable? ¿cuáles deben ser nuestros patrones éticos en última instancia que nos definan? ¿qué debe limitar la ley y quién debe hacer uso de ella?”

Las respuestas a estas preguntas no se logra conseguir en los libertarians por dos razones:

1. La dicotomía ética humana – ordenamiento político o jurídico (dicotomía ética-política): la teoría libertaria hace una desconexión entre la ética y la política que no tienen relación y no se involucran en complementariedad.

2. La anarquía de la ética: la teoría libertarian, especialmente la anarcocapitalista, anarquiza la ética al punto de desintegrarla dependiendo de las variaciones arbitrarias de valores de cada individuo.

3. El traslado erróneo de la teoría subjetivista del valor económico de Carl Menger y Ludwig Mises hacia una teoría subjetivista de valoraciones éticas: los libertarians así como se sustentan en el liberalismo clásico económico y moderno, se sustentan en la economía austríaca, aquella que ha dado luces al respecto de cómo funciona praxeológicamente la sociedad frente al gobierno. Sin embargo las teorías de la Escuela Austríaca se centran en la economía y la labor y limitación del gobierno, basados en que las elecciones individuales económicas suelen ser subjetivas y que la objetividad estatal de planificación suele ser imposible (Imposibilidad del Socialismo de Ludwig von Mises). Los libertarios llevaron este asunto, más allá, hasta los aspectos morales basados en una general reivindicación por valoraciones éticas subjetivistas.

El subjetivismo en este sentido no corresponde meramente a la elección personal, sino a la arbitrariedad aplicada a la moral, que no es deseable.

4. El PNA o Principio de No Agresión como axiomático y no como una consecuencia lógica de una serie de patrones epistemológicos y éticos previos: Ayn Rand cuando formuló teóricamente el PNA, sostuvo que antes de ello deben existir bases metafísicas (el mundo y su naturaleza), epistemológicas (el orden lógico consciente sobre el mundo) y éticas (las acciones y los valores del hombre sobre el mundo) integradas entre sí , para luego dar paso a la Política (los derechos, ordenamientos jurídicos, la fuerza de represión, sobre el gobierno y los órdenes colectivos). El libertarian Murray Rothbard se basó en generalidades como la libertad (como dada) y la propiedad (como medio material, lo que llamaría “materialismo rothbardiano”) sin entrar en la filosofía moral o sobre las valoraciones espirituales del hombre, de la relación espiritual social, los órdenes sociales y las cuestiones de organización electiva, centrándose solo en la Política en el PNA, es decir, trasgrediendo la comprensión extensa de la metafísica, la epistemología y la ética para sustentar el NAP.

                                   Macro teoría de los fundamentos morales

Para resolver nuestros conflictos sobre dónde debe partir la ética y luego cómo proceder políticamente, demostré que la idea de “libertad positiva” es contraria al hombre, la igualdad (estos defendidos por el progresismo), así como demostré que la ética conservadora es indeseable para el ser humano, tanto por el sentido de fe que socava los razonamientos críticos del pensamiento iluminista, ilustrado o también llamado racional-racionalista, como el sentido de autoridad autoritaria que socava la libre responsabilidad moral y elección ética.

Por esa razón mi teoría de los fundamentos morales la llamaré “macro teoría”, que posteriormente puede ser mejorada para quien la haya comprendido. Asimismo esta “macro teoría” la llamo así porque integra varios aspectos de la ética. Esto resuelve la duda sobre qué tipo de moralidad debe poseer alguien que defiende la libertad, mediante el liberalismo, y cómo se debe plasmar esta moralidad en sociedad y en la misma política. La solución deseable para un mejor ordenamiento de esta “macro teoría” yace en una revisión contextual , de rigor científico y qué casos pueden ser ajustados hacia estos órdenes macro teóricos que indicaré a continuación. Muchas de estas aportaciones tienen como base la ética de Ayn Rand, la cual considero una persona que ordenó el pensamiento ético de mejor manera, pero que a su vez también considero aportaciones de la ética de Mill y Bentham y la superación de la ética de Kant.

1) La teoría de la ética egoísta y altruista: ética irracional frente a la ética racional

La filosofía ética siempre tuvo una diferencia o dicotomía histórica e incluso natural entre lo que es egoísta y altruista, y usualmente ha indicado a una como mala y a otra como buena, dependiendo de cada filosofía o ciencia que la haya aplicado.

Sin embargo, el egoísmo no es malo per sé, ni tampoco el altruismo: solo depende de qué contexto hablemos acerca de lo que es bueno y malo, para luego formarnos generalidades éticas sobre actos buenos y malos.

En este aspecto me basaré en Ayn Rand en su diferenciación: Ayn Rand supone que existe una ética egoísta, es decir, dirigida al “yo”, donde el hombre puede alcanzar valores en relación con otros hombres pero teniendo como finalidad última el “yo”, sin necesidad de sacrificar ningún valor en algún intercambio social. Ayn Rand también supone en su teoría ética, específicamente en su libro “La virtud del egoísmo”, que el altruismo o la “ética del alter o id” es contraria al egoísmo, llena de sacrificios que destruyen al hombre (al “yo”) y logran socavar la misma moral del hombre a costa de otros. Ella llamó a su teoría “el egoísmo racional”, en sus propios términos “un nuevo y desafiante del egoísmo”: el egoísmo es bueno por defecto y el altruismo es malo por defecto como su contrario, siendo que el estándar moral del hombre es su vida. Y así como ella fue desafiantemente crítica, personalmente lo seré también. Sin duda los argumentos son sólidos pero siempre, desde mi postura, concibieron una inconsistencia: la idea de sacrificio y su maldad. Los teóricos de objetivismo posteriormente sostienen tres tipos de moralidad a partir de Ayn Rand: egoísmo racional (el “yo” sin sacrificios), egoísmo irracional (el “yo” en sacrificios como la vida, la salud, la integridad, etc) y el altruismo (el “id” como necesariamente una moral de sacrificios).

Mi teoría es la siguiente: no existen sacrificios malos per sé siempre que un sacrificio conlleve a una limitación racional y a una responsabilidad ética sobre nuestros actos. Así como también no existe un sacrificio malo per sé ante los demás cuando una persona procede a dar de sí a otros que menos tienen, o se ven en desgracia (el sentido de piedad). La racionalidad con que se procede depende de cómo juzgamos en un contexto las formas de actuar, y ponemos en balance nuestros actos.

Por esa razón, categorizo cuatro etapas de esta moralidad del “yo” y del “id”:

a) Egoísmo Racional: es aquella moralidad que proviene puramente desde el yo consciente, basado en el aprecio o la estima hacia sí mismo (yo). En esta ética la moralidad no debe traducirse hacia un sacrificio intencionadamente malévolo de los demás: la moralidad debe ser aquella que en lo bueno y noble se base nuestros actos que busquen superarnos, que nos llene de dicha, orgullo, calidad de vida, independencia, integridad. Los medios pueden ser la productividad, el sentido de pertenencia, el desarrollo creativo de la inteligencia y los medios de confianza personal.

Finalmente esta es la moralidad que proviene y siempre debe provenir del juicio crítico del hombre: cada hombre no debe tomar como dada la moralidad sino debe pasarla a juicio crítico, con preferencia a un mayor conocimiento sobre su entorno y un mayor interés por los conocimientos primarios y las ciencias. La validez su necesidad. La fe o la inconsciencia su enemigo acérrimo.

b) Egoísmo irracional: Esto corresponde a los actos o vicios del hombre que, en satisfacción personal, busca de manera ilimitada, no pensada, por la fe o la autoridad, por el exceso, llevar a cabo sus deseos últimos, incluso perjudicando a los demás como las personas cercanas a él. Una “persona egoístamente irracional” tiene solo una forma de actuar para sí: ser lo más hedonista posible, hasta negarse a las razones sobre sus incompetencias, sobre su soberbia o su destrucción mental y material (vicios sexuales, vicios en las drogas). Una persona de este tipo de moralidad suele no poner limitaciones a su deseos o actos: es compulsivamente malvado. En sociedad, busca alcanzar sus deseos acabando con la confianza, la libertad, el juicio y demás de otras personas (egoísta irracional extremo como exponentes suelen ser Hitler y Stalin, conduciendo estos actos extremos a la tiranía). Es también un sacrificio ilimitado: ilimitadamente sacrificas tu propia vida como la de otros.

c) Altruismo racional: es aquella moralidad que proviene puramente desde el yo consciente pero basado en el aprecio o la estima hacia los demás (alter o id). En esta ética la moralidad no debe traducirse hacia un sacrificio intencionadamente malévolo de uno mismo para el beneplácito irracional de otros: la moralidad debe ser aquella que en lo bueno y noble se base nuestros actos que busquen superarnos, así como ayuden a otros a superarse en sus fines. El sacrificio en este sentido debe ser limitado: solo brindo voluntariamente recursos, ayuda económica, ayuda moral, ayuda intelectual o cualquier tipo de ayuda, en cooperación con los demás o en pro de que el contrario, bajo el sentido de empatía, se desarrolle a sí mismo. El sentido de este altruismo racional implica que un hombre no caiga en los vicios de la ayuda ilimitada, sino solo ayude en correspondencia a sus iguales. El mejor sentido de ayuda suele ser la cooperatividad, o la búsqueda de que el contrario consiga el éxito por sí mismo y sea “egoístamente racional”. Uno de los casos morales frecuentes a este aspecto es la libertad: pelear por ella, para sí y los demás, en una guerra donde el sacrificio es válido. Otro suele ser la maternidad: proveer a la cría los cuidados necesarios incluso en sacrificio de las necesidades propias. Estos sacrificios deben ser limitados también.

Finalmente esta es la moralidad que proviene y siempre debe provenir del juicio crítico del hombre: cada hombre no debe tomar como dada la moralidad sino debe pasarla a juicio crítico, con preferencia a un mayor conocimiento sobre su entorno y un mayor interés por los conocimientos primarios y las ciencias. La validez su necesidad. La fe o la inconsciencia su enemigo acérrimo.

d) Altruismo irracional: Esto corresponde a los actos del hombre que socavan su propia libertad personal de juicio y de acción, basadas en la adoración por el colectivo o los demás. Es la deshumanización del hombre para causas que no traerán su prosperidad o beneficio racional sino será en detrimento de él y su existencia. En cuestiones de grupo o grupales encontramos usualmente personas que se sacrifican hacia el grupo, por intereses que el grupo desea, sin considerar si tales intereses son correctos o van de acuerdo al beneficio del yo. Es usualmente una ética de destrucción personal a favor del colectivo o del otro hombre. También lo considero un sacrificio ilimitado. Finalmente las medidas del gobierno que sacrifican los valores de uno mismo, comprometiendo riqueza, bienes, libertades, etc, es un altruismo irracional (el germen del socialismo).

2) La teoría de la necesaria relación deontológica-consecuencialista como medida perfecta de moral.

Esta ética la considero como la ética de los equilibrios contextuales. La ética siempre se caracterizó en una división entre la importancia de los principios frente a las consecuencias de ellos. Sin embargo no existe una dicotomía real sobre ello: un principio tiene consecuencias, como una consecuencia genera principios como los destruye si las consecuencias son adversas.

Un código moral tiene o debe tener un balance entre ambos aspectos, donde una persona deba poseer una serie de patrones éticos sustentables y a su vez llevarlos a cabo comprendiendo las consecuencias de los mismos. Aún así cabe la pregunta ¿quién tiene primacía, los principios (deontología) o las consecuencias (consecuencialismo)? Como seres conscientes debemos partir por nuestros principios identificados previamente: la primacía emana de los principios, mientras que las consecuencias son resultados de ellos.

Por ejemplo: ¿qué puedo hacer yo cuando tenemos, en un caso difícil de resolver un conflicto sobre externalidades negativas? Básicamente inicio por los principios: el sentido de propiedad, de libertad, de medio material económico para la persecución de mis valores personales. Luego procedo a entender qué tanto afecto a la propiedad y la propiedad del otro si estoy generando externalidades negativas.

Los principios pueden ser objetivos, universales (un rechazo universal al asesinato, al fraude, al robo, a la felonía o la infidelidad), entendiendo las consecuencias de mis principios, pero actuando en un contexto dado, siendo las verdaderas máximas que no comprendió Inmanuel Kant.

Kant si bien es cierto concibe al hombre como un fin en sí mismo: “Obra de tal modo que uses a la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre al mismo tiempo como fin y nunca simplemente como medio” cosa que concuerdo aquí, concibe asimismo una ética universal pero basado en la subjetividad: “Obra sólo según aquella máxima por la cual puedas querer que al mismo tiempo se convierta en ley universal. Obra como si la máxima de tu acción pudiera convertirse por tu voluntad en una ley universal de la naturaleza”, precisamente porque una acción moral no se basa en máximas universales de un individuo, sino por parámetros objetivos y generales de procedimientos éticos, que no son leyes ni obligaciones imperativas sin consecuencias medibles sino son elecciones conscientes basadas en el interés de las consecuencias.

3) La teoría de la utilidad material y espiritual, en relación entre individuos.

Como tercera teoría, y que básicamente tiene como fundamento la constitución de unos parámetros de utilidad de valor humano medibles, considero una diferencia entre placer-dolor, felicidad-desgracia, como medición de útil para sustentar patrones morales. Si el dolor supera al placer, en términos marginales, es negativo para el hombre, y si el placer supera al dolor, es bueno para el hombre, siempre que ese placer sea racional, de acuerdo a nuestro punto 1. La razón y la lógica (habilidad de identificación no contradictoria) nuestro medio de identificación sobre utilidad, donde cada acto de placer conlleve una responsabilidad moral y una auténtica satisfacción racional o humana –sin desconexión mente cuerpo.

4) El individualismo metodológico como válido, el colectivismo metodológico como inválido

Toda ética, desde la más personal hasta la más amplia en sentido colectivo o social, debe partir siempre por el individualismo metodológico: el hombre como fin en sí mismo en última instancia. Es el hombre el que existe, mientras que la sociedad o gobiernos son agrupaciones mentales de hombres, hombres que existen como entes individuales. Por eso, un código moral debe iniciar en el individuo, nunca en el colectivo, basados en la razón.

5) Las cuatro primarias fundamentales: vida, libertad, propiedad y búsqueda de la felicidad.

Finalmente estas cuatro nos definen lo que posteriormente será el patrón político de nuestra existencia. Las cuatro primarias tienen como estándar la vida, y sus corolarios la libertad, la propiedad y la búsqueda de la felicidad. Estos se concretan en los fundamentos de los derechos individuales ante la ley, como máximas de orden social. Aunque son de carácter político, tienen fundamentos éticos al respecto en cada aspecto:

a) Vida: la moralidad deseable debe ser respetar y estimar la vida propia y la de los demás, sin trasgredirla, ni ir en contra de ella, sino valorarla no por sus implicaciones intrínsecas sino por sus implicaciones morales.

b) Libertad: la moralidad no solo defiende la ética de la libertad política sino la ética de la libertad de pensamiento, de juicio crítico, de valoración, de acto moral y de elección. Sin ello es imposible la libertad política.

c) Propiedad: la moralidad en principio nos define el principio de autopropiedad, así como el respeto y la justicia sobre nuestra propiedad. 

d) Búsqueda de la felicidad: el individuo debe buscar su felicidad, como virtud máxima, para su existencia.

Y son comprendidas y deben ser comprendidas bajo los anteriores puntos descritos (1, 2, 3 y 4).


Respuesta sobre el artículo de Vanesa Vallejo:

Vanesa Vallejo en su artículo ella indica que el conservadurismo tiene correspondencia con el libertarismo. Sin embargo, como hemos visto a lo largo del ensayo, una libertad no se defiende moralmente con una ética conservadora (que es una ética tiránica, contra las libertades morales e irracional) sino con una ética racional y bien fundamentada, basado en razonamientos de justicia. Y el conservadurismo por teoría e historia es contraria políticamente a todo fin liberal. Los llamados paleolibertarios o "paleolibertarians" que indica en su columna, y la defensa de ellos, solamente son una trasgresión a los principios racional-iluministas del liberalismo y del libertarismo, en conjunto, de la defensa por la libertad individual.

En su artículo indica también que la prostitución es “denigrante y amoral”: no lo dudo, precisamente porque destruye el sentido ético de integridad (egoísmo racional), es carente de principios y consecuencias (como la destrucción moral de nuestra independencia racional, nuestros valores y aspiraciones espirituales en cuanto al amor y la relación), y finalmente es adversa al placer (sentir placer sin razones, es un falso placer, o solo en satisfacción pura del cuerpo y no la mente, en lo que se consideraría “dicotomía mente cuepo”). Sin embargo eso respecta al debate teórico sobre moral y los contextos.

Su crítica a la familia,  por otro lado, en el sentido de familia que se suele usar ahora, es corta e incompleta: hay distintos tipos de familia que no solo implica la familia tradicional. Esta es una duda que nunca dejó en claro puesto que los conservadores son los que actualmente defienden "la familia tradicional" en contra de la familia "homosexual", cuando básicamente la familia homosexual no trasgrede la moral en base a nuestros principios éticos definidos anteriormente, ni tampoco van en contra de las libertades negativas de los hombres.  

Finalmente, la relación entre ética y política la hemos definido aquí, como necesidad, y que los defensores de la libertad desde la visión americana, llamados “libertarians” deben tener siempre presente, sin aniquilar la relación entre uno y otro.

El problema del "libertarian" no se encuentra en sus fines políticos y su convicción hacia la libertad: es aquella la que debemos alcanzar, quitándonos el peso del Estado y de la democracia ilimitada. El problema del libertarian es como la de todo liberal: aliarse con los conservadores enemigos de la libertad, y los progresistas, falsos liberales que son enemigos a su vez de la libertad (estos buscan la igualdad y los "derechos positivos" o "ilimitados", a costa de nosotros). La moralidad de este debe emanar de la razón, nunca de la fe, ni de la ética progresista o la ética conservadora, porque ellos aquellos son los vicios del hombre, y sus convicciones, hacia la justicia.

Un liberal o libertario consecuente es aquel que defiende con coherencia y con vehemencia, la virtud de su libertad, de no ser coaccionado injustamente por la ley, ahí donde la ley desee iniciar la fuerza. Nos valemos precisamente del Principio de No Agresión, aquel que John Locke comprendió y Ayn Rand teorizó, porque sabemos que sin limitaciones al poder, el poder (de leyes o gobierno) en vez de protegernos se manifiestan en contra de nosotros y nuestra existencia.





Escrito por

Libertaire Limeño

Liberal Republicano, pro-capitalista y seguidor de la filosofía objetivista. Anti-marxista. Solo hay una vía: libertad.


Publicado en

Casa de Naipes

Ensayos y críticas sobre economía, política, filosofía, música, cine, espectáculos entre otros temas. Me reservo el derecho a réplica.