Neoliberalismo como anti-concepto
Ensayos impopulares políticos-epistemológicos.
Neoliberalismo es un anti-concepto. Un anti-concepto es un término innecesario y racionalmente inutilizable diseñado para reemplazar y borrar algún concepto legítimo. El uso de anti-conceptos da a los oyentes un sentido de comprensión aproximada.
El término neoliberalismo no dice nada respecto a algo concreto, es una mezcla de los conceptos “nuevo” y “liberalismo” sin una definición específica que determine las características sobre ese “nuevo liberalismo” que se rechaza. Neoliberalismo es una falacia de abstracción congelada: no define las características distintivas del mismo siendo una abstracción vacía.
Liberalismo stricto sensu aboga por las libertades individuales del hombre en una sociedad bajo derechos, siendo derechos normas morales para que el hombre sea concebido en libertad. Los métodos liberales de diversas escuelas difieren en cuanto a sus métodos y fines, algunos siendo consecuentes y otros incoherentes en el momento de definir verdades. El liberalismo que racionalmente entiende la naturaleza del hombre como sus relaciones sociales con base ética es llamado “liberalismo laissez faire”. El liberalismo laissez faire aboga no solo por los derechos o libertades del hombre sino por la separación del poder político y el poder económico. Definamos estos términos:
a) En el primer caso, el poder político, se basa en el uso de la fuerza para llegar a fines concretos (Imperio de la Ley), siendo el gobierno el sistema legítimo del uso de la fuerza de represión subordinado a los derechos del hombre en una Constitución (así como todas las leyes que el gobierno defina deben estar subordinadas a los derechos constitucionales).
b) En el segundo caso, el poder económico, se basa la ausencia de fuerza para llegar a fines concretos (intercambios, comercio), siendo el mercado libre o capitalismo el método exitoso por excelencia en el mundo moderno (y el único) que corresponde a la naturaleza del hombre, hombre que manipula los componentes de la naturaleza para crear algo nuevo, este método mediante un proceso productivo donde es necesario el esfuerzo (trabajo), y donde se obtendrá un bien material para satisfacer un valor espiritual o material. El producto del trabajo y de las habilidades del hombre es el orgullo del hombre, alcanzando el éxito.
El problema es cuando Estado y empresa se asocian para llegar a un fin en común donde, el Estado siendo el administrador de justicia, no respeta la libertad de competencia dentro de una sociedad y concede privilegios a la libre empresa (no definiendo sus títulos de propiedad, sus libertades de comercio, su libertad de operación en cada país eliminando barreras, entre otros, sino otorgándole mediante lobbying una protección especial legal y policíaca a ciertas empresas). Aunque moralmente es condenable que Estado y empresa se organicen conjuntamente para llegar a un fin usando métodos fraudulentos, anti-competitivos e injustos, el único poder que puede hacer posible estas inmoralidades desde el poder económico es el poder político, es decir, por medios coercitivos (leyes, mandatos, burócratas, funcionarios del gobierno, etc).
La mezcla entre el poder político y económico solo crea abominaciones que en última instancia niegan los derechos del hombre, así como usando el gobierno para interéses personales o de grupos. Estos conceptos son los legítimos: “proteccionismo económico”, “mercantilismo”, “corporativismo”, “intervencionismo”, “capitalismo de amigos” o “Crony Capitalism” (lobbying), etc.
El proceso de anular la mente del hombre es muy común en tiempos donde el Estado se ha entrometido en la vida del hombre en todos los ámbitos sociales, generando Hiperestados: el intelectual socialista necesita crear una especie de espíritu social hegeliano que sacrifique los derechos de unos hacia el beneplácito de otros. Luego, estos “intelectuales” al entrar al poder y mantener errores producto de sus políticas socialistas, terminan por culpar al capitalismo de los errores que ellos mantuvieron, definiéndole como “neoliberalismos”.
En el caso de los “intelectuales” que no entran en el gobierno tienen una similitud: usan el anti-concepto “neoliberalismo” para no solo definir el problema de la asociación Estado-mercado sino para referirse a la falibilidad del hombre en libre mercado, obviando los logros de dos siglos que se ha tenido mediante el Capitalismo (logros tanto materiales, tecnológicos así como espirituales).
Cuando un “intelectual” dice Neoliberalismo en última instancia es para criticar y denigrar -sin importar las razones o sin razones concretas- lo que entendemos como único sistema social moral: CAPITALISMO.
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* para entender la creación de este anti-concepto, también existe una explicación sobre la aparición del mismo: El Mito del Neoliberalismo por Enrique Ghersi