La histeria de los anti "TV Basura". Izquierdismo hacia el totalitarismo.
Ensayos impopulares contra el irracionalismo
La marcha contra la televisión solo indica una cosa: estamos plagados de liberticidas. El solo hecho de entretener en televisión no necesitas ser racional, da igual que el entretenimiento sea con fines intelectuales o no porque la televisión no está al "servicio de todos" o de "algunos", funciona en base a las necesidades del mercado, es decir, de los que quieren subjetivamente buscar algún tipo de diversión sea o no sea racional o moral. Cada empresario televisivo busca el método de generar ganancias mediante la venta de contenidos de entretenimiento, información, cultura, según el target en que se especialicen y dirijan, no son empresa ad-honorem.
En libre mercado puedes elegir cualquier modo de comunicar ideas sin que seas perseguido por ellas así como eres libre de escoger qué servicios adquirir. El gran problema del asunto es que lo ven de forma utilitarista, para el bienestar general social: mantienen que la televisión es de "todos" o está al servicio de todos ergo sus detractores no tienen control en atacar la televisión libre y querer regular sus contenidos -televisión que es la concreción de la libertad de expresión por medio de la comunicación digital. Los histéricos que quieren imponer una ética subjetivista en medios de comunicación que son considerados totalmente libres solo están corroborando el hecho que se oponen con gran intransigencia a la libertad de contenidos, libertad de expresión así como a la libertad empresarial.
Tomar la vía legal para regular la televisión es hasta inconstitucional pero a muchos no les importa esto porque están sumidos en ignorancia. El llevar a cabo medidas políticas para regular la televisión lo único que generaría es una serie de arbitrariedades regulatorias contra contenidos no solo televisivos sino de prensa, de arte o cine, entre distintos ámbitos del arte y la comunicación.
Un sector de la población que se levanta contra los medios de comunicación, medios amparados por la ley, solo se pueden considerar enemigos del hombre y su libertad a elegir qué producir y qué comunicar.
Los histéricos que van a marchar contra la tal llamada "televisión basura" antes deben preguntarse ¿son completamente racionales y éticos objetivamente en sus vidas privadas para luego criticar la racionalidad y ética implícita en los medios de comunicación? Si es que lo son ¿tiene acaso necesidad de ver estos programas que se suelen llamar "TV Basura"? pues es muy simple, el individuo que es íntegro entonces como ser de consciencia volitiva (es decir, que elige racionalmente) puede cambiar de canal si gusta y no ver estos programas, así cuidando su integridad. Lo mismo se traslada en los hijos: si los hijos son formados mediante una buena educación, por lo tanto es absurdo temer por la pérdida de moralidad y racionalidad de los hijos, cada hijo tomará de forma crítica lo que ve y lo desechará electivamente. Una falacia extendida es mantener que la niñez debe ser protegida de la "TV basura", bien, entonces pueden cambiar de canal si gustan. Cada uno es libre de persuadir al otro de no ser espectador de la llamada "TV basura" pero no puede obligarle a no ver lo que desee porque también es anticonstitucional. La única función del Estado es la de garantizar todas las libertades de emisión de contenidos.
Estos histéricos que harán marcha (una de tantas) el 27 de febrero solo son promovidos por pasiones anti-razón que tiene todo izquierdista que busca esclavizar al hombre hacia el Estado o hacia la sociedad llamándole "democracia". Ya lo hicieron con esta marcha absurda contra la Ley Juvenil Laboral que ha costado 2 millones de posibles empleos y se sintieron poderosos pensando que con más protestas van a ser escuchados, cosa que no me extrañaría que sean escuchados ante tanto irracional en la política que solo se mueve mediante opiniones de "colectivos" y no por integridad y objetividad política.
La premisa y conclusión es simple: la televisión es libre y regularla es regular la libertad del hombre a comunicar ideas haciéndole renunciar a sus derechos universales (vida, libertad, uso de su propiedad).